El ensortijado cabello oscuro veteado por finas
hebras de nieve, adornaban su rostro perfecto; labios sensuales, nariz recta,
una incipiente y favorecedora barba... Contemplaba tu atlético cuerpo cuando
posaste sobre mí tus ojos azules. Al sentirme arropada, al unísono que
traspasada hasta lo más hondo por tu mirada, supe que jamás podría dejar de
mirarte.

Desde el primer instante tu vida pasó a ser mi
vida.
¡Fue tan fácil aprender a quererte!
Me convertí en tu guía, tu Lazarillo, o ¿fuiste tú
el mío?
Era tu juguete, tu diversión, un escape, la
novedad. Bailé tus éxitos, lamí tus heridas, siempre estuve ahí.
Junto a ti viví los momentos más intensos.
Levitamos sobre el mar, el campo, la ciudad. Me volvía loca jugando en inmensas
praderas verdes salpicadas de flores, revolcándonos sobre la hierba.
Atravesábamos el viento.
Decías que en mis ojos podías encontrar toda la paz
y belleza del mundo, que en mi compañía te deslizabas por la vida, ese tobogán
de sensaciones casi a tientas. Y yo..., yo me moría por volver a sentir tus
caricias. Borrachos de esencia de amor, deseaba que el tiempo se detuviera
¡dolía la felicidad!
Era joven, bonita y alegre.
Hace tiempo que no salimos tanto. Esquivas mi
mirada, nunca quieres jugar. Se avecinan cambios, me lo dicen los aromas del
temprano estío que se cuelan por la ventana.
Dolerá, sí.
Me acostumbré.
Desde que salimos de casa no me has mirado.
Conduces en silencio. Tus manos nerviosas manejan con violencia la palanca de
cambios. Un halo de tristeza te envuelve, nos envuelve. Quiero ayudarte.
¿Es por ella? ¿La que estornuda? El velo que cubre
tus ojos me dice que se acerca el momento.
No, no me mires o no podrás hacerlo...
Lisa, tumbada en el abismo del vacío, observa desde
la solitaria carretera alejarse el coche rojo. Sus largas y pardas orejas caen
abatidas a ambos lados de la cabeza. Su húmedo hocico olisquea los vestigios de
gasóleo que aún perduran en el aire. Su mirada... la mirada más triste de la
tierra grita en silencio:
“Seré buena, no me moveré de aquí. Nadie te va a
querer como te quiero yo, viejo amigo..."
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